Jardín mediterráneo, La Canyada.
VolverEste jardín diseñado junto con mi colega paisajista Pablo Navarro habla de resiliencia. Muchos jardines cuentan una historia parecida tras veranos duros en el Mediterráneo. Lo plantamos bajo un calor sofocante y tuvimos marras por la combinación delicada de riegos frecuentes y altas temperaturas en plantas todavía no establecidas, algo que todos los paisajistas podemos prever en algunos trabajos aunque pongamos nuestro mejor empeño.
Lo de la resiliencia o incluso generosidad de la jardinería es algo que, al menos nosotros que sabemos lo complejo que resulta un proceso constructivo y de plantación siempre en general y en verano en particular, podemos palpar cuando visitamos el jardín al poco tiempo de plantarlo. Queda camino por delante: trabajo constructivo, reposiciones, pautas de mantenimiento (llamémoslo «bajo» si queremos, pero llamémoslo), pedagogía hacia los clientes. Pero pronto los Limonium florecen, los Pennisetum se mueven con la brisa de la tarde, las Centaureas y las Euphorbia hypericifolia (encantadoras sin descanso) tapizan los parterres… Las Melias están fantásticas. La arena morterenca cruje ligeramente bajo una pisada cómoda y las escaleras de traviesas de madera y adornadas con ladrillo de canto conectan las terrazas. El jardín funciona e irá evolucionando.
Este es un jardín mediterráneo con especies muy adaptadas a la sequía, trabajado con intención ecologista, muchos puntos de entusiasmo y un punto o dos de frustración por las condiciones que tiene que soportar en algunos momentos del año. No parece que estos vayan a ser los últimos veranos duros, así que nosotros mientras tanto vamos entrenando la misma resiliencia.
Para la ejecución del jardín contamos con la ayuda de Sol i Vent Paisatges.