Los detalles constructivos en paisajismo.

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Àlex Fenollar Jardines

Los jardines, como otras formas artísticas, cuentan historias y poseen al menos dos capas emocionales. La primera capa es la intuitiva, la que no necesita palabras, lo único que el paisajista puede esperar es que el jardín emocione, sorprenda, conmueva o que simplemente aporte una sensación de bienestar a través de la armonía. Uno desea que las proporciones, materiales, colores… despierten paz o felicidad, sin interceder, sin explicaciones; el paisajista desaparece y el diálogo es puro entre el jardín y el habitante del jardín.

La segunda capa es más racional, reside en el detalle y puede pasar fácilmente desapercibida: es la que surge del paisajista explicando sus motivaciones, sus anclajes de diseño como guiños personales. No tiene por qué ser nada grandioso, basta un detalle simple y ligero pero expuesto por el paisajista para que el jardín adquiera una nueva dimensión para quien lo visita o lo habita.

En este jardín recién terminado para Can Bassa, en el corazón del diseño yace la «volta» (bóveda de ladrillo) que veis en las imágenes, tan emblemática de la arquitectura tradicional catalana, que quise honrar como un reflejo que se prolonga desde el estanque interior de la casa donde se encuentra hasta el jardín. La bordura de «totxo» de canto que contiene la praderita de Phyla nodiflora acaba en un semicírculo que imita esta «volta», enfrentadas en una línea casi recta la antigua con la nueva.

Es sólo una anécdota, algo en lo que uno puede no reparar y que sin duda viene después de otras historias de movimiento, color, sonidos… que cuenta el jardín pero, ¿no es en los detalles donde nace y se desarrolla el espíritu de un lugar.

Àlex Fenollar Jardines
Àlex Fenollar Jardines
Àlex Fenollar Jardines